En el regreso a la actividad tras el confinamiento por la pandemia de la COVID-19 oímos hablar muy a menudo sobre la conveniencia o la necesidad de hacer tests diagnósticos al personal de nuestras empresas o a la población en general.
Para comprender qué información nos puede aportar cada tipo de test conviene saber que hay dos grupos principales de tests diagnósticos para ver si tenemos, o hemos tenido, una infección por SARS-CoV-2, virus que provoca la COVID-19: algunos de estos tests detectan la presencia del virus en nuestro organismo y de otros tests detectan la reacción de nuestro cuerpo a la presencia del virus.

Microfotografía de transmisión de partículas del virus del SARS-CoV-2, aislada de un paciente. Imagen capturada y coloreada en el Centro de Investigación Integrada del NIAID (IRF) en Fort Detrick, Maryland.
TESTS DE PRESENCIA DE VIRUS:
Son pruebas que detectan la presencia del propio virus en nuestro cuerpo. Se coge una muestra de la nariz o la garganta y se mira si hay virus. Como los virus son muy difíciles y lentos de cultivar, lo que se hace es una prueba que detecta si tenemos partículas del virus dentro de nuestro cuerpo. Según lo que detecten, estos tests pueden ser de dos tipos:
- Tests que detectan los ácidos nucleicos del virus (ADN o ARN): Estas pruebas detectan si en la muestra hay partículas de ácido nucleico de aquel virus en particular (todos los virus tienen ácidos nucleicos pero cada uno el suyo). El SARS-CoV-2 es un ARN virus. Es la famosa PCR (Polymerase Chain Reaction) que significa que una enzima (una polimerasa) se pone a hacer copias de un fragmento del ácido nucleico del virus pero sólo si hay una primera partícula de este virus que inicia reacción en cadena. Si no hay virus, la reacción no se inicia. Un sistema mide si la reacción se ha producido (había virus) o si no se ha producido (no había virus). Al ser una reacción amplificada, es muy sensible. Se necesita personal y equipos especializados y tarda unas horas.
Estas pruebas son útiles para saber quién tiene el virus en el cuerpo en ese momento. Puede que tenga síntomas o puede que no.
Parece que, algunas veces, cuando una persona ha pasado la enfermedad y ya está curada puede dar positivo (tiene el virus en el cuerpo) durante un par de semanas más pero aquel virus ya está tan dañado que no puede infectar a otra persona. Pero esto no se sabe seguro. Por eso, si da positivo, se recomiendan un par de semanas más de aislamiento, aunque ya se encuentre bien, hasta que la prueba PCR dé negativa.
- Tests que detectan antígenos víricos: Detectan si en la muestra hay partículas de la cápsula proteica del virus (antígeno). Estas proteínas tienen la capacidad de reaccionar con los anticuerpos anti-virus. Por eso decimos que es una prueba de reacción antígeno-anticuerpo. Se pone en contacto la muestra (hisopo de la nariz o la faringe) con un suero que contiene anticuerpos contra ese virus en particular y se mira si hay reacción. Como no es una reacción amplificada (no hay multiplicación del antígeno) no es muy sensible. Tiene que haber muchos virus para poderlos detectar. Pero puede ser muy útil para confirmar síntomas cuando la enfermedad ya está bien activa. No se necesita material ni equipos especializados y tarda unos minutos.

TESTS DE ANTICUERPOS O SEROLOGÍA:
En este caso, no se busca el virus, sino que se mira si, en nuestra sangre, hay anticuerpos contra ese virus en concreto, lo que significa que hemos tenido contacto con él. Estos anticuerpos son producidos por nuestro sistema inmunitario (linfocitos T y B) y circulan por nuestra sangre. Cuando detectan un virus (normalmente reconocen las proteínas de la cápsula), se unen a él y lo inactivan, impidiendo que infecte ninguna célula lo que, como ya sabemos, es imprescindible para que el virus se pueda multiplicar. No se necesita material ni equipos especializados (sólo se debe obtener una gotita de sangre) y tarda unos minutos.
Los anticuerpos, también llamados inmunoglobulinas, pueden ser de dos clases: las inmunoglobulinas M (IgM) y las inmunoglobulinas G (IgG).
- IgM: Estas inmunoglobulinas son la primera defensa contra la infección y son detectables en sangre a partir de los 5-7 días de la entrada del virus. Las encontramos en la sangre durante toda la enfermedad pero desaparecen unos días, o unas pocas semanas, después de que el virus desaparezca de nuestro cuerpo (ya estamos curados).
- IgG: Estas inmunoglobulinas se empiezan a detectar en sangre cuando la enfermedad ya está avanzada pero su presencia se alarga unos meses o quizás algunos años, esto aún no se sabe muy bien, después de la curación. Son las que nos proporcionan la «inmunidad» que impedirá que volvamos a caer enfermos por una infección de este virus o, si nos llegamos a infectar, hará que la enfermedad sea más leve.
Estas inmunoglobulinas son también las que se producen por acción de las vacunas.
De la combinación de todas estas pruebas, junto con los síntomas clínicos, podemos llegar a saber cuál es nuestra posición respecto a la enfermedad:
- PCR +, IgM-, IgG -: Persona infectada hace pocos días, aún no tiene anticuerpos de ningún tipo. Nos tenemos que guiar por los síntomas para saber si desarrolla la enfermedad y si será grave o no. Puede contagiar aunque no tenga síntomas.
- PCR +, IgM +, IgG-: Persona infectada hace más de 7 días, está en plena infección. Con síntomas o sin síntomas. Puede contagiar aunque no tenga síntomas.
- PCR +, IgM +, IgG +: Persona en un estado avanzado de la enfermedad, sea grave o leve. Puede contagiar aunque no tenga síntomas.
- PCR-, IgM +, IgG +: Persona que acaba de pasar la enfermedad. Ya no tiene virus, y tiene IgG pero todavía tiene IgM, o sea que hace poco que se ha curado. Ya no contagia la enfermedad y tiene una cierta inmunidad frente a nuevas infecciones.
- PCR-, IgM-, IgM +: Persona que ha pasado la enfermedad ya hace un tiempo, puesto que le han desaparecido las IgM. Tiene inmunidad larga (dure lo que dure) por las IgG. Ya no contagia y tiene una cierta inmunidad frente a nuevas infecciones.
- PCR-, IgM-, IgG-: Persona que no ha tenido contacto con el virus y está expuesta a contraer la enfermedad ya que no ha desarrollado ningún tipo de inmunidad. No contagia pero se puede contagiar.

De la combinación y aplicación de estas pruebas a los diferentes tipos de población, los expertos pueden saber quién está infectado y quién no, cuántas personas han tenido la enfermedad y han desarrollado inmunidad, y cuántas no han tenido ningún contacto con el virus y, por tanto, están completamente desprotegidas.
Tampoco se sabe bien cuando duran los anticuerpos en nuestra sangre (la inmunidad). Se supone que unos cuantos meses o hasta un año, como otros coronavirus, pero no se sabe seguro.
La epidemiología es una ciencia muy interesante pero muy complicada y necesita modelos matemáticos y estadísticos complejos para sacar conclusiones. Por eso se deben hacer pruebas masivas, para tener muchos datos.
La mejor situación sería que un gran porcentaje de gente (60-70%) hubiera pasado la enfermedad leve o asintomática y hubiera desarrollado inmunidad (IgG +). Este gran número de personas inmunes harían de cortafuegos a la expansión de la enfermedad y los contagios disminuirían espectacularmente (se llama inmunidad grupal).
Si los contagios disminuyen porque se ha hecho el confinamiento muy bien y no hay enfermos porque no ha habido contacto con el virus, la mayoría de gente (> 70%) será vulnerable (IgG-) y, por tanto, se deberán tomar precauciones hasta que se encuentre una vacuna que dé la inmunidad que no se ha adquirido todavía.
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